Es interesante mirarse en un espejo durante largo tiempo. Podemos ver todas las mellas e incluso ordenarlas cronológicamente. Mirar no reconstruye.Mi reflejo en concreto es pobre, es perro y malo. No te rías, ¿acaso viste el tuyo?. Mi reflejo tiene gafas, un reloj, y sol, largos ratos libres de sedentarismo. No te rías, ¿acaso viste el tuyo?. Justo en esa frontera laberíntica que hay entre mi reflejo y la nada vive el miedo. A veces me gustaría verme mirando abajo, pero no me dan los ojos. También me gustaría ver las marcas que dejaban unas lejanas uñas en mi espalda, pero no me da la memoria.Estoy buscando en este espejo una sala de poker en la que pueda apostar días. Porque mirarse es como elegir, en el espejo se ve el pasado, pero en el mismo espejo se verá el futuro. Me he despertado distintos días frente a él, y algunos días veía una cosa o la otra. Nunca ambas. Parece algo sencillo, pero a mí me interesa, pues pasaré mañanas enteras envuelto en lo que se ve en este espejo. Quisiera apostar y perder. Ver manos. Solo ver manos.
Lo toco, y dejo mis huellas que nublan justamente el reloj. Mis huellas que son dunas ahora que me fijo. Mi ojo es marrón y tengo legañas. Me adentro en mi pupila, y veo mi cabeza intacta, como un salón frívolo, con fotos mugrientas, esquinas oscuras, luz de fuego y muebles de lujo. Salgo, y vuelvo al ojo. Al reflejo. Al miedo. Al perro y malo. Mucho más asumible. Mirando no se construye.